Son muchas las empresas funerarias que en los últimos años han incluido entre los servicios que prestan el de la atención psicológica, para que cuente con profesionales durante esos momentos tan difíciles, al recibir la noticia, al realizar los trámites, durante el tanatorio… Afrontar el fallecimiento de un ser querido no es fácil y tampoco lo es afrontar y saber estar las 48 horas posteriores a la muerte en las que recibirá la visita y apoyo de familiares y amigos y hay que tomar ciertas decisiones. En estos momentos todas las personas pasan por una etapa de duelo que cada uno vive y experimenta de una manera diferente, durante la que muchos niegan la pérdida y no asumen la realidad, porque todavía no se es consciente de lo que ha ocurrido. Otra etapa que se atraviesa es la de, una vez comprendida la muerte, sentir dolor por saber que esa persona no volverá, donde se mezclan la tristeza, la angustia y la rabia. Uno de los momentos más complicados es cuando han pasado solo unos meses desde la muerte y hay algún acontecimiento familiar, como las Navidades o una boda, y la ausencia de esa persona se nota más que nunca. Aunque hay personas que se niegan y no quieren acudir al evento, los expertos en psicología recomiendan celebrarlo y normalizar la situación, explicándoles los acontecimientos a los niños de la familia, para que puedan preguntar con naturalidad y que entiendan la situación. Pese a que esa persona ya no esté hay que comprender que igual hay que celebrar los aniversarios y otros eventos, no hay que castigarse. En las conversaciones que puedan surgir no hay por qué evitar el tema, al contrario, puede hablarse de la persona fallecida, mostrar una fotografía o recordar lo que le hubiera gustado estar allí. Puede sonar duro, pero en el fondo es reconfortante.