Origen de los féretros y ataúdes
A lo largo de la historia, todas las civilizaciones han buscado la forma de conservar a sus seres queridos y protegerles en su viaje al más allá.
El concepto de ataúd surgió en la época sumeria, cuya civilización encerraba los cuerpos en cestos de mimbre trenzado para salvaguardar el espíritu del fallecido y evitar que éste pudiera escapar.
Y es que, a pesar de que los ataúdes se crearan con un fin temeroso, con el paso de los años su objetivo pasó a ser el de acomodar al difunto para que pudiera descansar en paz eternamente.
Debido a la importancia de la protección en este aspecto, los materiales evolucionaron pasando a ser mucho más resistentes.
Cuando se entierra a un ser querido, a la mayoría les surge la duda de qué ataúd o féretro escoger, incluso no distinguen la diferencia entre uno u otro. Sin embargo, aunque habitualmente se emplean estas dos palabras como si fueran sinónimos, existen ligeras diferencias entre ellos que es fundamental conocer a la hora de decidirse por uno de los dos.
A continuación, os damos respuesta a las principales dudas acerca de los ataúdes y los féretros.
Diferencia entre los ataúdes y los féretros
Los ataúdes y féretros son cajas, mayoritariamente de madera, donde se deposita al difunto para facilitar su transporte hasta el lugar de entierro o cremación y conservar el cuerpo en caso de que sea inhumado.
La principal diferencia entre ambos es la forma de la caja. El ataúd tiene forma hexagonal, más delgada en la parte inferior y ensanchada en la parte superior. Además, la madera con la que están fabricados los ataúdes es lisa y no dispone de ningún tipo de forro.
Por el contrario, los féretros tienen forma rectangular, aunque menos geométrica y, en vez de contar con una tapa completa, cuentan con una apertura superior para que pueda verse el rostro del fallecido durante el velatorio en caso de que los familiares así lo decidan.
Cómo escoger el más adecuado
Como hemos mencionado anteriormente, los ataúdes y féretros comparten la misma finalidad: conservar a nuestros seres queridos para que descansen en paz.
Y es que, aunque la principal diferencia entre ellos sea su forma, la elección entre uno u otro dependerá fundamentalmente del tipo de ceremonia que se busque para el velatorio y del precio que se está dispuesto a pagar.
Por norma general, debido a los materiales, comodidades y ornamentación, los féretros suelen ser más caros.
Además, es fundamental tener en cuenta los gustos del fallecido, tanto para la elección del material como para los elementos decorativos. Aquellos que busquen algo clásico y sobrio, se decantarán por un ataúd y quienes prefieran algo mucho más excéntrico y cómodo, por los féretros.
Por último, como hemos mencionado anteriormente, los féretros disponen de una apertura superior para que los allegados puedan ver el rostro del fallecido durante el velatorio, por lo que habrá que tenerlo en cuenta si se busca esta característica en especial.
¿Lo cubre el seguro de decesos?
Por norma general, el seguro de decesos cubre los gastos del sepelio y la gestión de todos los trámites implicados en el mismo como, por ejemplo, el traslado del fallecido, el coche fúnebre, las esquelas o los costes del entierro, entre otros.
Como cualquier coste implicado en un funeral, el ataúd o féretro también está cubierto por el seguro de decesos. Sin embargo, hay que tener muy presente que el importe del mismo debe adaptarse siempre al presupuesto contratado.