Un epitafio es una frase conmemorativa que se suele encontrar habitualmente en las lápidas o placas. Tiene su origen en el griego y su significado literal es “oración fúnebre”
Su objetivo y usos han sido variados, dependiendo de la época y los países.
En sus orígenes los epitafios se escribían habitualmente en verso, aunque actualmente esto ya no tiene por qué ser así.
Era muy común utilizar el epitafio para ensalzar al fallecido, también para hacer reflexionar a todo aquel que lo leyera o para citar textos santos con un significado específico.
Los epitafios actuales son más variados, de tal forma que podemos encontrar epitafios más clásicos o incluso epitafios dejados ya por escrito con antelación, con un toque de humor negro.
¿Qué poner en un epitafio?
Un epitafio representa al fin y al cabo a quién allí yace, por lo que debe expresar en una frase algo que inequívocamente destaque o se identifique con la persona.
En algunas ocasiones es la propia persona quién, antes de su fallecimiento, dejó escrito el texto de su epitafio. En otras ocasiones serán sus seres queridos quiénes deban decidir que poner, aunque no siempre será fácil encontrar una frase original que defina al ser querido y que quede grabada para siempre.
Para estos casos, podemos inspirarnos en hermosas frases ya escritas que han servido en muchas ocasiones para expresar todo tipo de sentimientos: amor, gratitud… .
Aquí os proponemos algunas ideas:
- Quienes en vida te amamos nunca te olvidaremos.
- Guardaremos en nuestra mente tu mejor sonrisa y vivirás por siempre en nuestros corazones.
- Siempre estarás aquí porque tu alegría estará en cada uno de nuestros corazones.
- Aunque estés muerto tu recuerdo en nuestra mente vivirá.
- Vivirás en el corazón de tus (aquí señalar a los seres queridos)
- Que bella es la vida cuando se vive para hacer el bien como lo hiciste tú.
- Padre/madre: para nosotros no te has ido, estas en nuestros corazones.
- Las enseñanzas dejadas inmortalizan tu espíritu
- La carrera de la vida es breve, la de la gloria es eterna.
- Tú que en esta tierra fuiste amor bondad y dulzura descansa en paz al lado del señor.
- La muerte nos separó pero nuestro cariño nos seguirá uniendo.
También de carácter religioso:
- Señor nos lo diste para hacernos felices en la tierra y nos lo/a quitaste para darle la felicidad en el cielo.
- Padre/madre: duerme tranquilo/a el sueño de la paz en espera del día soñado de la resurrección cuando juntos volveremos a estar.
- Señor permíteme que pueda ver la muerte como el momento que precede a la luz.
- Esta tumba guarda tu cuerpo, dios tú alma y nosotros tu recuerdo.
- Bienvenidos los grandes de corazón porque ellos verán el reino de dios.
- Tú que en esta tierra fuiste amor bondad y dulzura descansa en paz al lado del señor.
Epitafios célebres
Algunos epitafios se han convertido en un ejemplo de originalidad y tienen algo en común: definen muy bien a aquella persona a la que honran.
Algunos de ellos incluso pueden resultar graciosos, lo que puede resultar al principio chocante pero sin duda definen muy bien a la persona perdurarán en el tiempo.
Algunos ejemplos de epitafios para recordar:
Billy Wilder
Sin duda, uno de los epitafios más célebres que no podría definir mejor a alguien que dedicó su vida a hacernos reir: «Soy escritor, pero claro, nadie es perfecto»
Frank Sinatra
Esto es lo que podemos leer en la tumba de este cantante inmortal “Lo mejor está por llegar”
Edgar Allan Poe
En su tumba podemos leer un extracto de uno de sus poemas más famosos (El cuervo): “Dijo el cuervo: Nunca más”
Francisco de Quevedo
En este caso también su epitafio está compuesto por un extracto de uno de sus sonetos: “Qué mudos pasos traes, ¡oh! muerte fría, pues con callados pies todo lo igualas”
Molière
Este gran dramaturgo francés hizo gala de su buen humor incluso en el momento de la muerte, dejando escrito su epitafio: “Aquí yace Molière el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien”
Winston Churchill
En su epitafio podemos leer la siguiente frase: «Estoy listo para encontrarme con mi creador. Si mi creador está listo para encontrarse conmigo es otra cosa»